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martes, 20 de mayo de 2008

La Villa de Andaluz


De los pueblos que forman esta comunidad de Fuentepinilla, es sin duda la Villa de Andaluz la que guarda mas muestras artísticas, fruto sin duda de haber sido la capital de la misma a finales del siglo XI, tras la expulsión de los moriscos y la creación de las comunidades de villa y tierra, y también por su situación estratégica, sobre el puente del Duero, junto al portillo que sirvió de paso natural, tanto para los ejércitos como para los rebaños de la Cañada real riojana o Galiana.

Andaluz ocupa la ladera sur de un domo cretácico cortado en dos por el río Andaluz o Fuentepinilla, que a pocos metros desemboca en el Duero, muy cerca del puente. En este cerro debió estar el llamado Castro de Andaluz utilizado hasta el siglo XI y citado por Grimaldo. Fue enclave importante en la reconquista.
Tuvo castillo árabe que defendía el portillo, del que sólo quedan en lo alto del cerro, restos de cimientos en mampostería de una fortificación de forma rectangular de 25 metros de lado, que según Clemente Sáenz y Florentino Zamora debió tener una torre en la esquina noroeste y un aljibe en el opuesto. Dice la tradición que por aquí pasó derrotado Almanzor con los restos de su tropa después de la batalla de Calatañazor camino de Medinaceli. Es casi seguro, aunque no quede reflejado en las crónicas, que en 1060 Andaluz ya se encontrara en manos cristianas, gracias a la ocupación de la zona en la expedición de Fernando I
Andaluz fue la capital del Alfoz que abarcaba diez aldeas y 184,15 Km2. y que se mantuvo integro hasta la desaparición de las Comunidades en el siglo XIX. Cuentan que llegó a tener 11.000 vecinos, y así lo recoge Madoz, que habla de muchos vestigios de población, como cimientos de casas, edificios arruinados y muchísimos sepulcros. En 1089, Alfonso VI otorgó a la Comunidad un fuero real, del que aún se conserva una copia en romance en el Museo diocesano del Burgo. La Comunidad de Andaluz fue de realengo hasta 1366 en que Enrique II de Trastámara, con la pauta de conceder señoríos a los nobles que le habían ayudado a deponer al rey don Pedro, se la entregó a los Condes de Aguilar, que en 1380 trasladaron la capital a la hasta entonces aldea de Fuentepinilla.
La Iglesia de San Miguel está situada, como de costumbre en la parte alta de la población y es el primer monumento fechado de la provincia (1152, que corresponde al 1114 de nuestro calendario). De la construcción original no se conservan sino partes de los muros N. y S. de la nave y la galería, esta bastante posterior. Es notable su portada meridional, muy abocinada, compuesta por cinco arquivoltas de medio punto, alternativamente planas decoradas con ajedrezado y de baquetón. Aquellas apean sobre pilastras y estas sobre columnas, unas y otras sobre un podio. Los capiteles interiores son de cuadrúpedos afrontados y una sola cabeza, y los exteriores de grandes pencas bulbosas. Las impostas se decoran con cuadrifolias revueltas con tallos. En las enjutas se ven dos bajorrelieves, a la derecha un grifo alado y a la izquierda un león atacando, bajo el cual hay un epígrafe en mal latín que informa que el templo se terminó en 1114 y su autor fue un tal Subpiranus.
Es muy interesante la galería porticada, posterior a la iglesia en medio siglo y de tipo poco frecuente en Soria y más corriente en Segovia. No solo estaba porticado el muro meridional sino también el oriental y el occidental, aunque el ala este ha desaparecido y de la oeste solo quedan dos arcadas. En la sur y sobre alto podio voltean seis arcadas de medio punto que apean alternativamente sobre columnas de fuste sencillo y cuádruple, bastante rechonchos y con amplias basas. Sigue el arco de ingreso, sobre jambas con impostas decoradas con puntas de diamante, y a continuación otras dos arcadas, con parteluz de fuste sencillo, como la pareja occidental. Los capiteles respectivos, de muy considerable tamaño, bien conservados y de excelente ejecución, representan: Grandes volutas de escaso relieve con ábaco de rosetas radiales; Tosco entrelazado, con cimacio de bezantes; Hojas estriadas y ábaco de círculos secantes; Uno pregótico con hojas de vid con racimos, igual que el cimacio correspondiente; Palmetas y bulbos con ábaco de bifolias; Vegetales rizados con cimacio de cuadrifolias. En el occidental se efigia una tosca figura humana muy cabezona entre dos cuadrúpedos, y el ábaco se decora con delicados entrelazados de ojivas. Por encima de las claves e los arcos se conservan algunos modillones, unos de cabecitas y otros sencillos.

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